Sobre los horóscopos (lo sabes, lo sé)
Hoy quiero dedicar unas palabras a ese curioso género llamado horóscopo. Según la etimología de la palabra, viene a significar algo así como "conocer la hora", es decir la predicción del futuro a partir del horario y fecha de nacimiento. Este mismo arte predictivo es tomado con pinzas hasta por el padre de la astrología occidental, hace siglos: me refiero a Ptolomeo. En su Tetrabiblos advierte acerca de la importancia de conocer las influencias sociales, económicas y biológicas de un individuo antes de efectuar cualquier tipo de abordaje astrológico. Sin embargo, lejos están los horóscopos como actualmente los conocemos de tener pretensiones predictivas.
La astrología habla en un lenguaje amplio. No hay nada de malo en esta suerte de sabia imprecisión cuando tiene un alcance, cuando se establece un patrón de probabilidad o tendencia. Por ejemplo, con un tránsito de Marte (que representa la fuerza y la acción) en Piscis (signo de agua) y conjunto a Neptuno (planeta asociado también al agua) todas las cuestiones relacionadas con los líquidos están implicadas: actividades marítimas, la pesca, las playas, las tormentas, las lluvias, los aludes, las inundaciones, en fin. Pero también cuentan los líquidos más refinados: petróleo (y derivados), bebidas, alcohol, fármacos, drogas. A su vez puede simbolizar algo mucho más difícil de percibir físicamente: Neptuno rige los ensueños, los espejismos, las ilusiones, la música, de modo que podemos caer bajo alguna suerte de escapismo. Incluso como Piscis rige los pies, asuntos relacionados con ellos se ven alcanzados: calzado, fútbol, etc.
Con los signos sucede lo mismo. Cada signo del zodiaco reúne características que le son propias y los horóscopos, tal cual salen en la mayoría de los diarios y revistas, han confundido a mucha gente al respecto. Este es uno de los principales motivos por los que la astrología ha quedado muy desacreditada en la actualidad: casi todo lo que se dice de un signo puede aplicarse a otro. Leemos, por ejemplo: "No puedes olvidar a Tauro fácilmente", "Escorpio siempre gana" o, peor aún, "Capricornio es el mejor signo". Frases así son tan generales que no tienen validez alguna. Describir cada signo según sus características reales implica conocer los elementos (fuego, aire, agua, tierra), su planeta regente y la naturaleza del mismo, su modalidad (cardinal, fija o mutable) y otros detalles que desde la antigüedad más o menos se han conservado. La cosa se pone aún más turbia con las supuestas predicciones: "Aries, es tiempo de soltar, de dejar ir", "Cáncer, debes perdonar", "Géminis, en amor algo nuevo". No digo que estas definiciones estén vacías, pero creo que todo astrólogo debería darle las herramientas a cada persona que lo consulta para que pueda ella misma conectar con las energías planetarias. Por ejemplo, un tránsito de Saturno implica restricción, responsabilidad, compromiso, y uno de Júpiter expansión, fe, desarrollo. Esto pasa en cada área de la carta natal, que implican situaciones más o menos generales. Sin embargo, ¿qué mejor que darle el overol a la persona para que trabaje en lo que conoce, es decir en su propia vida?
Ya el hecho de escribir sobre un solo signo implica un error si se trata de describir a una persona. No somos sólo nuestro signo solar, como ya lo explicamos en un post anterior. En nuestra carta natal poseemos varios planetas y en varios signos, pero también distintas casas que, según estén más o menos pobladas, influenciarán en nuestras características. Una persona con muchos planetas en casa 5, como bien señala el astrólogo Carter, tendrá muchos rasgos y vivencias leoninas (hijos, romances, creatividad, especulación, hobbies). Mucha casa 9, aspectos sagitarianos (creencias, fe, ideas, academia, viajes). Mucha casa 12, piscianos (reclusión, empatía, visión, intuición, ensueños, música).
Gracias a estos horoscopos ("lo sabes, lo sé"), que también abundan hoy en las redes sociales, es que uno no se acercaba a la astrología. O quizás se acercaba de un modo risueño, sin otra finalidad que la de aprender alguna galantería. La verdad es que la astrología es mucho más que eso. Cuando muchos me afirman que no creen en la astrología, suelo decirles que yo tampoco. Es que sinceramente de todo lo que se escribe, cerca del 80% es poco serio. Sin embargo, hay esperanza: ¿no es justamente a partir del escepticismo, de la duda, que podemos construir algo nuevo? Por eso siempre recomiendo empezar el camino de la astrología paso a paso. Probando aquí y allá. Siendo implacables, desconfiados. Pero tampoco negando lo que está a la vista y lo que realmente funciona.
Lleva tiempo. Pero la astrología, como el arte, sucede.